Así como han cambiado los teléfonos móviles, los computadores y numerosas tecnologías y procesos en los últimos años, el trabajo también lo ha hecho. La globalización, el acceso a internet y los dispositivos móviles que nos permiten conectarnos desde cualquier lugar del mundo a cualquier hora han sido unos de los principales factores para que la forma tradicional de trabajar se haya transformado. Ahora todo es mucho más rápido, está mejor conectado y, en consecuencia, es más eficiente.
Sin embargo, este proceso de transformación que iba de una forma lenta se vio bruscamente acelerado por el confinamiento obligatorio causado por la pandemia del COVID-19. Casi todas las compañías del mundo se vieron obligadas a enviar a sus empleados a trabajar desde sus hogares, implementando rápidamente lo que se denominó ‘trabajo remoto’. Así lo demuestra, en Latinoamérica, un estudio de la firma PageGroup, que revela que en la región el 96 % de las organizaciones introdujo el trabajo en casa luego de iniciada la emergencia sanitaria.
Aunque esta medida fue una solución positiva para los empleadores, para muchos colaboradores, que no estaban listos para afrontar este nuevo estatus, supuso un problema. La carga laboral, el derecho a la desconexión, el equilibrio personal-profesional y la productividad medida no por indicadores sino por horas frente al computador fueron algunos de los ‘peros’ más discutidos.
Con los rituales de oficina desapareciendo, las empresas se vieron forzadas a buscar mecanismos que les permitiera gestionar de manera inteligente y eficaz a sus empleados, algunos con prácticas no muy positivas -cámaras encendidas, cronómetros por actividad, llamadas insistentes- y otros con herramientas tecnológicas con las que se media el sentimiento constante de los colaboradores para visibilizar de manera inmediata su experiencia y poder mejorarla de alguna manera.
Hoy, casi un año y medio después de iniciada la pandemia, las organizaciones han evolucionado la forma en que trabajan. Si bien es cierto, que nunca volveremos a ser los de antes, la expectativa de crecimiento de muchas compañías sigue siendo la misma. Pero, ¿cómo poder adaptarse a estos nuevos modelos y a estas nuevas tendencias?
Poco a poco y a medida que la vacunación va aumentando en todo el mundo, las restricciones van disminuyendo. Las empresas están revisando minuciosamente sus políticas. laborales para entender cuál es la mejor manera de afrontar los nuevos
modelos de trabajo. La experiencia de haber estado en casa durante tanto tiempo ha dado lugar a nuevas preferencias por parte de los empleados, muchos han señalado mejor comprensión de cómo la productividad y la colaboración pueden continuar con éxito a pesar de trabajar de forma remota.
Se ha creado una fuerza trabajadora verdaderamente global y con el apoyo de los empleados y de la tecnología móvil, ahora el trabajo se puede realizar desde cualquier lugar y en cualquier momento.
Esta nueva era está marcada por entornos inclusivos en los que las personas puedan trabajar desde casa, en la oficina o de forma remota, de modo que todos estén capacitados para funcionar de la mejor manera posible impulsando el éxito del negocio. Así mismo, horarios de trabajo flexibles, para que los empleados puedan decidir cuándo trabajar de acuerdo con las necesidades; mayor accesibilidad, ayudando a derribar las barreras estructurales que enfrentan las personas con discapacidad para acceder a un empleo.
Estamos viendo, también, espacios de oficina inspirados para la creatividad, la colaboración y la comunidad lo que les permite a los empleados encontrar el espacio adecuado para cada tarea.
Esto es aún el comienzo de una transformación. Seguiremos viendo avances tecnológicos y nuevas estrategias corporativas enfocadas a mejorar la productividad del negocio y asegurando el bienestar de los empleados. Y aunque aún hace falta camino por recorrer en temas de legislación para este nuevo estilo de vida, es cierto que ya dimos el primer paso.
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